En más de un momento en la historia los científicos han llegado a creer que lo tienen todo controlado, que han logrado desentrañar misterios tan impenetrables que seguramente no podría haber mucho más detrás de eso… y de repente… aparece un Científico Loco; un científico que no se ha dejado convencer por las teorías populares y cuyos ojos, mente y corazón se encuentran aún abiertos a la posibilidad, a la creatividad, a la magia…
Y son precisamente estos científicos locos los que cambian y revolucionan el mundo de vez en cuando.
Pero ser un Científico Loco no es fácil, en realidad… es muy, muy difícil, no solo porque hay que trabajar mucho más que aquellos que «siguen la corriente», sino porque hay que evitar que las piedras en el camino entorpezcan tu paso y te alejen de tus sueños.
¿Te imaginas que algo pueda ser y no ser al mismo tiempo? ¿Que algo pueda existir y no existir en un mismo momento?
¿Te imaginas estar completamente seguro de algo, pero que con el simple hecho de observarlo cambiara por completo su realidad? ¿Desistirías al creer que has equivocado… aunque estés en lo correcto?
Lo cierto es que si… y no … y también, todo lo contrario.
Al final, como bien diría Einstein «en nuestro universo, todo, absolutamente todo… es relativo».
¡Amo el oro! Lo se, suena un poco banal fuera de contexto, pero en realidad es la clave para entender mi manera de relacionarme con los materiales preciosos que han logrado de mi oficio una mezcla perfecta de trabajo duro y el arte decorativo.
Me ha tomado muchos años desarrollar esta habilidad, pero para mi, poder moldear materiales duros y “sin chiste” y conseguir algo resistente y a la vez hermoso, ha sido algo completamente gratificante y no lo cambiaría por nada.
Disfruto tanto el proceso de trabajar con los metales que no me he limitado a la joyería, también le hago a la herrería y soy capaz de diseñar espadas, herraduras para caballo, piezas de maquinaria y hasta puertas (tal y como dije antes) resistentes y hermosas.
Así que si, amo el oro, pero también la plata, el hierro, las piedras preciosas y hasta el fuego. Amo todo el proceso creativo de principio a fin y al final amo ver las creaciones que me han costado muchas gotas de sudor (entre otras cosas) decorar estancias, utensilios y hasta personas.
Después de todo, yo veo mi oficio como una metáfora de la vida donde incluso los golpes y el fuego sirven para hacernos más bellos.
“La aflicción, como el herrero, nos forja a golpes”. Christian N. Bovee
Minería, huelgas del carbón, búsqueda de oro, diamantes o petróleo, posesión del agua subterránea, aguas termales, cataclismos como terremotos y maremotos, erupciones volcánicas, especies extintas vivitas y coleando en enclaves ocultos y olvidados y con una predilección especial por la carne humana… Son sin duda temas espectaculares para los libros y películas; sin embargo, aunque conlleve mucha aventura y exploración, la vida de un Geólogo es mucho, pero mucho más pacífica y relajada. Eso si.. Aburrirse, lo que se dice aburrirse… para nada. Los Geólogos hemos viajado al interior del núcleo terrestre, alcanzado los confines del universo, explorado pantanos y desiertos, encontrado petróleo, encontrado “fósiles” vivientes, enfrentado a meteoritos y mucho más.
En el mundo de la Geología, adornados quizá de algo de épica y fantasía, los grandes descubrimientos son resultado de años de estudio y preparación, conocimientos de prospección, grandes dotes de observación, sobredosis de paciencia y por supuesto, algo de buena suerte.
Ya sea en un museo, una excavación, dentro de un volcán, explorando cuevas, devorando libros o analizando muestras en un laboratorio, la vida de un Geólogo exige pasión, creatividad para replantear viejos problemas y crear nuevos conocimientos.
Mi pueblo siempre ha tenido una gran conexión con la Madre Naturaleza. Observarla, respetarla, cuidarla y procurarla no es una tradición, sino un estilo de vida milenario.
Para nosotros, la Madre Naturaleza no es algo para saquear y abusar en la búsqueda de un capricho individual y egoísta; sino como quien nos provee de todo lo necesario para un bienestar colectivo y armonioso donde el dar y recibir siempre es recíproco y agradecido.
Para algunos, ser tocado por un rayo es una experiencia de mala suerte; para nosotros, es una bendición caída directamente del cielo. Significa que hemos sido escogidos para trabajar directamente con los dioses en beneficio de nuestro pueblo y de toda la humanidad.
Por esa razón, resulta de suma importancia generar una mayor conexión con la Madre Naturaleza, conocerla a profundidad, entender las señales que nos brinda e interpretarlas para poder decidir más acertadamente cuál es la mejor manera en que podemos proceder en cada situación que se nos presenta, confiar y agradecer por lo que seguimos obteniendo.
Yo fui elegida, y ahora me toca adentrarme aún más en el mundo natural para poder acercarlo al resto del mundo y propagar ese respeto por la Madre Tierra.
Pantaloncillos, sudadera coqueta, playera punk, tenis y por supuesto… patineta.
No se tu, pero mis amigos y yo creemos que para ser, hay que parecer; y esto de andar en patineta para nosotros no es un hobby o un deporte, es todo un estilo de vida.
Vaya hasta Emo, mi gato, ha comenzado a adoptar el estilo… o quizá no, Emo ha tenido un estilo propio desde el inicio (de ahí el nombre) y se rehúsa a ser parte del mi club.
Pero esta bien, creo que yo también soy un patineto fuera de lo normal (o quizá solo una persona normal) porque mis gustos abarcan una amplia gama de cosas que no siempre coinciden con el estilo “patineto”.
Aún así, me siento parte del club, y eso es lo que importa.
Por otro lado, puedo decirte que si bien me siento a gusto con los patinetos, disfruto mucho ver pasar por ahí a tanta gente distinta; gente de todos colores, formas, vestimentas, culturas, creencias; esa diversidad es la sal de la vida, es la que aporta ese “no se qué que que se yo” que hace que todo se vea y se sienta vivo… eso si, siempre y cuando existan el respeto, la empatía y la prudencia (que a veces suelen faltar).
Desde pequeña he sentido una gran necesidad de mantenerme bien informada; pero enterarme de todo lo que pasaba en mi comunidad y en el mundo a través de otras personas siempre me dejaba con un sentimiento de “vacío”, como si la información siempre estuviera incompleta.
Para mi, un acontecimiento cualquiera solo se siente real… si yo estoy ahí en medio de todo viendo, analizando y compartiendo.
No te voy a negar que eso me ganó fama como la chismosa y metiche del barrio… pero también me convertí en una fuente de información confiable a la que acudir cuando algo sucedía por ahí cerca; y esque verás, los chismes no son lo mío… las noticias si, y la diferencia entre ellos es enorme.
Hoy en día recorro el mundo de un lugar a otro buscando noticias. Disfruto rastrearlas, estar presente cuando suceden las cosas, seguir los acontecimientos de principio a fin, conversar con los protagonistas, analizar los hechos y compartirlo todo con el mundo con profesionalismo, ética, responsabilidad y sobre todo veracidad. Y para mi fortuna, las nuevas tecnologías han ampliado mi campo de trabajo, permitiendo la investigación y divulgación de avances y descubrimientos en un terreno “inexplorado”: el universo.
No no, mi título no es de “Inteligencia Artificial”, todo lo contrario, mi inteligencia y mi trabajo son completamente “al natural”.
Yo soy Ingeniero Ambiental (Ing. Amb.), la naturaleza es mi fascinación y el buscar formas de interactuar con ella de manera que resulte benéfico para todos (las personas, los animales, la tierra, las generaciones futuras) es mi más grande pasión.
Solucionar problemas es una parte del trabajo, pero mi parte favorita del trabajo, en la que me especializo, es en la de prevenirlos; porque aceptémoslo, siempre será preferible evitar un problema antes que solucionarlo.
Cuando alguien planea la construcción de su casa, un buen Arquitecto considera las estaciones del año, la cantidad de luz que se recibe, la dirección y fuerza de los vientos, los recursos disponibles… y diseña entonces un hogar que aproveche al máximo los recursos y minimice el impacto en los alrededores (y en el bolsillo del feliz dueño de su hogar perfecto), evitando así problemas futuros como inundaciones o ambientes que te cocinan o congelan con el cambio de las estaciones.
Ordenar el territorio es mi manera de prevenir problemas y ayudar a la naturaleza (y a nosotros).
La forma en la que los seres humanos hemos interactuado con la naturaleza desde … bueno, siempre… se ha caracterizado por nuestra búsqueda de la dominación total y la explotación en “beneficio” propio; y aunque nos ha tomado algún tiempo, hemos comenzado a comprender que las actividades humanas impactan y transforman el entorno con consecuencias positivas, negativas, directas o indirectas sobre nosotros mismos.
Eventos como las pandemias (y procesos como la globalización) nos demuestran que absolutamente todo lo que acontezca en cualquier rincón del planeta, nos concierne y que no somos simples espectadores, sino agentes.
Nuestra continuidad como especie está estrechamente conectada a nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza, por lo que reubicar al medio ambiente como la mayor de las prioridades es un acto de sobrevivencia.
Somos la única especie que ha conseguido modificar de manera artificial nuestra longevidad y la distribución y tamaño poblacional, por lo que para construir un mejor futuro tenemos que pensar en calcular y prevenir los riesgos existentes y los nuevos relacionados a la expansión humana… y un equilibrio.