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Segundo

Como suele pasar con las personas curiosas en mi época (y supongo que en todas) la diversidad de conocimientos a los que uno puede llegar a acceder son muchos… si se sabe donde buscarlos.

Quien hubiera podido pensar que la teoría desarrollada por un astrónomo, fuera puesta en práctica por monjes, utilizada en medicina y mejorada por físicos…

Pero, así es con todo, este nuestro mundo está siempre conectado y es bueno saber de Todo un poco.



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Segundo

¿Alguna vez soñaste con tener algún súper poder? En mi época no había nada más poderoso que el oro, por esa razón casi todo el mundo buscaba la forma de conseguirlo. Algunos de nosotros llegamos a creer que con los «ingredientes» adecuados era completamente posible transformar lo que quisiéramos en oro, y aunque eso hubiera sido increíblemente genial, nadie logró averiguar los ingredientes secretos para lograrlo.

Sin embargo, sí logramos obtener un súper poder; no convertimos nada en oro pero nos convertimos a nosotros mismos en expertos en la manipulación (y conocimiento) de los materiales, sus propiedades, sus usos y beneficios.

Claro que en mi época esto podía ser sumamente peligroso, puesto que las personas no estaban preparadas para entender lo que ahora se conoce como ciencia y a la gran mayoría de nosotros nos tachaban de brujos y hechiceros… debo decir que algunos de nosotros realmente disfrutaron y se favorecieron de esa fama; pero muchos otros (como yo) estábamos realmente interesados y comprometidos con el conocimiento y la ciencia detrás de todo lo que nos rodea.

El proceso fue largo, quizá un poco raro en ocasiones, pero al final el conocimiento se extendió y creció, y la ciencia nació.



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Segundo

Una de las primeras señales que el ser humano dio acerca de su capacidad intelectual para distinguirse del resto de los seres vivos en el planeta, fue su habilidad para seleccionar los materiales que mejor se adaptaban a las tareas y necesidades que día a día se les iban presentando; el uso de las piedras y palos para construir herramientas y refugio, y posteriormente el salto del descubrimiento hacia la comprensión y manejo de algunos metales marcaron sin duda el inicio de algo enorme.

Una vez descubierta la existencia de ciertos materiales y su utilidad, el ser humano no podía dejar pasar la oportunidad de aprovecharlos, por lo que desde la antigüedad y aún con las más simples herramientas y tecnología, había desarrollado ya un proceso funcional para lograr encontrar, extraer y trabajar de manera adecuada cada material con un fin específico.

Y así fue como una simple piedra encontró valor y futuro más allá de la construcción y la cacería; demostrando que donde alguien solo ve polvo, otros descubren oro.

La minería sin duda representa un papel importante en esto de la extracción de materiales, pero de nada serviría abrir enormes agujeros si no se sabe que buscar ni el valor de lo que se encuentra ahí; por eso conocer, distinguir y apreciar cada pequeña diferencia entre esos materiales es que hace que todo valga la pena.

Si no me crees... pregúntale a un geólogo.



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Segundo

Prácticamente todos los niños pequeños sueñan con volar, y pasa que resulta casi imposible observar a las aves recorrer el cielo con tanta libertad y no imaginarse compartir el cielo con ellas y viajar por el mundo sin límites ni fronteras.

Hoy en día es un sueño posible para la mayoría (ya sea en avión, parapente, planeador, avioneta, helicóptero…), pero en mi época alcanzar el cielo no era más que un sueño de niños. Afortunadamente, hay muchos «niños» que crecen sin olvidar sus sueños, y gracias al esfuerzo compartido de grandes científicos con alma de niños, tocar el cielo se volvió posible.

A mi por ejemplo, no me apasionaba la idea de tocar el cielo… sino de conocerlo a profundidad, de entender cómo se comporta aquello que no vemos (como el viento) y qué es aquello que influye en un día lluvioso o soleado.

Por supuesto que verlo y estudiarlo desde arriba era indispensable para mí, por lo que el hecho de haber vivido cuando volar ya era posible hizo mi sueño realidad y abrió el camino a un conocimiento meteorológico más profundo.

Fui aeronauta por gusto, pero más por necesidad y para alcanzar mi verdadero sueño de conocerlo todo acerca del clima.



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Segundo

Para algunos de nosotros, no basta el simplemente existir y acatar las reglas establecidas (sociales, de gobierno, humanas…) porque para poder acatar algo, es necesario que lo comprendamos y aceptemos como cierto con base en la experiencia.

Las personas en sí ya son todo un mundo para observar. Cada una tiene sus ideales y convicciones personales que la hacen única, y mejor aún, cada una tiene su manera particular de formar parte del grupo, de la familia, la sociedad, la comunidad.

Y como si todo eso fuera poco, algunos de nosotros estamos convencidos de que a pesar de cualquier posible diferencia que pueda existir, los seres vivos en general compartimos muchas similitudes que nos hacen formar parte de un grupo aún mayor y compartir no solo la biología, sino emociones y comportamientos.

Al decidirme estudiar al ser humano comprendí que no podía parar ahí; y que si comprendía a otras comunidades, a otros seres vivos, también podría comprender al ser humano. Y al aceptar esa conexión con todo lo que nos rodea, lograría también hacer algo por mejorar las condiciones de vida de especies enteras… incluida la nuestra.

Porque «Lo que haces marca la diferencia, y si desconectas un cerebro tan sofisticado y astuto del corazón, surge una criatura muy peligrosa»…


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Segundo

No creo que exista mejor manera de soñar despierto, que el recostarse sobre el pasto a observar el cielo; sobretodo si se hace de noche cuando la luz del Sol se oculta dándonos la oportunidad de distinguir todo lo que hay detrás del velo de nuestra atmósfera.

Fenómenos como las auroras boreales y cuerpos celestes como las estrellas han inspirado a millones de soñadores, filósofos y científicos a los largo de la existencia de la humanidad y aún hoy consiguen hacernos suspirar.

La inmensidad del universo y todo lo que éste contiene han sido claves no solo en muchos avances científicos; sino que a lo largo de diversas culturas han servido de inspiración para tratar de imaginar el origen y la creación de todo lo que existe, dando pie así a increíbles mitos, leyendas y religiones.

Observar el cielo ha inspirado a poetas, escritores y enamorados; pero también ha guiado a marineros, ayudado a agricultores y algunos incluso creen poder regir su día a día acorde al designio de las estrellas.

Lo cierto es que lo que en algún momento pudo comenzar como fantasía, poco a poco se ha podido conocer mejor, y hoy en día es posible no solo conocer las características de diversos cuerpos celestes, sino sus medidas, distancias y movimientos; y con un poco de práctica, es posible leer el cielo, como se lee un buen libro.




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Segundo

Soy una fiel creyente de que el mundo es único y maravilloso. Cada uno de sus rincones, pequeños o grandes, escondidos o a la vista de todos, son perfectos y aportan al todo su toque especial y particular que los vuelve indispensables.

Para mi explorar y conocer el mundo era sólo la mitad de aquello que me apasionaba, la otra mitad era lograr que las demás personas también pudieran conocer y maravillarse con este mundo tan increíble en que vivimos.

Así que mientras exploraba el mundo, me dediqué a dibujarlo; a plasmar por escrito dónde y cómo encontrarlo, pero también, qué encontrarían ahí al llegar. De esta manera, las personas podrían animarse más a recorrer el mundo sabiendo que contaban con algo para guiarlos en la aventura.

Afortunadamente, no he sido la única con estos ideales, y poco a poco a través de los años y gracias a diversos avances científicos y tecnológicos, cada dibujo de cada pequeña parte del planeta ha podido ser mejorado para ser más preciso y exacto; además de haberse diversificado mucho su uso.

Hoy en día, un «mapa» puede llevarte a lugares lejanos y poco conocidos, pero también puede ayudarte a comprender el clima, los caminos, el movimiento del agua, tu ciudad, el relieve y hasta los movimientos internos del planeta.


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Segundo

Todos los trabajos tienen su  mérito y beneficio, pero creo que pocos te ayudan a comprender la totalidad y la interconexión existente entre nosotros y todo lo que nos rodea de la forma en que mi trabajo lo hace; y eso, quizá simplemente porque mi trabajo no es sólo un trabajo, sino todo un estilo de vida (y natural por cierto).